Comentario: Adolfo Asmar

LA PINTURA DE ASMAT CHIRINOS-ZAVALA Y LAS PALABRAS DEL SILENCIO
 
De repente, el desierto va ganando la imaginación de los pintores y, entonces, sus colores, sus luces y sus silencios se convierten en ventanas para mirar los
universos creados por el artista.
En nuestro país, el actual, en donde la imitación es un deporte camuflado y rampante, es raro ver aparecer artistas que quieran interpretar los universos de su
entorno y su paisaje, como temas de su propia gesta. Pareciera que es mejor sentirse héroe y creador en lejanas contiendas, sin testigos, aunque ello sólo e
xplique nuestra alienación.
Las técnicas pictóricas sólo son medios para comunicarse y es válida su utilización, pero, lo que nos preocupa es cuando los temas corresponden a otros mitos
o a otras gestas de lejanas antecedencias. Así, nuestro pueblo verá castrada su capacidad de creación cultural.
La pintura de Asmat Chirinos-Zavala, nos introduce en el silencio y el misterio de los desiertos. Silencios tan llenos de color, que nos hablan de soledades llenas
de vida de anhelos y esperanzas. La magia de los pardos cálidos y tiernos, recuperan el misterio sugerente de nuestros desiertos costeros cuando los atormenta
el viento. En sus colores están sus vivencias cargadas de incógnitas de hombre autóctono que ve en el desierto el vientre a donde retorna toda forma de vida.
Para él, no es la muerte. “De niño, yo iba al cementerio para oír su silencio y  ver en las flores de “cartucho” o “calas” la soledad de las mujeres que cruzaron largos
arenales para encontrar a sus muertos” Nos dijo…Y pareciera que sus imágenes infantiles persisten en su asombro. Allí están los desiertos arenosos. Allí están
los mitos de sus viejos dioses Mochicas ofrendando “cartuchos” desde sus huacas solemnes. Allí, está retratada en la pelusilla de sus membrillos, la disculpa de su
niñez fructívora y desértica. Membrillos y mangos hasta hoy; lúcumas y guabas tal vez mañana. Es decir, allí, en su color, está la dulzura frutal, que el genio de sus
antepasados extrajo del desierto. Hoy lo extrae el pintor.
El uso cuidadoso de pardos encendidos con amarillos de cromo, dan la ternura a la atmósfera. Y los  azules y blancos, la transparencia del misterio. Los hilos rojos
trenzados son sólo argumentos lumínicos para hacer más corpórea y ostensible la atmósfera del sueño.
En los personajes femeninos están sus pasiones y tal vez sus demonios…Pues en la calidez cromática de sus desiertos, sus personajes son sólo imágenes que
recuerdan sus mitos ancestrales. Huacas, algarrobos, frutas o mujeres van adquiriendo corporeidad desde sus transparencias azules y van organizando el espacio
plástico, para dar vida a sus sueños anhelados o a sus tormentas cotidianas. Él no se entristece.
En la muestra de Asmat Chirinos-Zavala nos sobrecogió de nuevo el desierto. Ahí estaba retratado y en los cuadros que vimos parecían ventanas abiertas al recuerdo
de nuestra niñez, vagando en la soledad de los desiertos. Allí estaba el viento atormentando el cielo costeño y refunfuñando palabras robadas al silencio. Allí estaba la
visión de un desierto peruano con todas sus palabras.
Cristóbal Campana Delgad
Historiador,  Trujillo,  Perú
ASMAT CHIRINOS-ZAVALA: UN CANTO A LA MADRE AZUL
En la memoria guardamos, como ocultos tesoros, las visiones y experiencias que nuestra infancia nos ha dejado, lo  que nos ha rodeado, los paisajes que día a día
contempla nuestra mente aún en la distancia, la confluencia de circunstancias de las cuáles éramos apenas conscientes. Vivir frente al mar -Mamacocha para nuestros
antepasados- sin duda ha marcado y sigue marcando el destino de Asmat Chirinos-Zavala. Es la Madre Azul para los pescadores y ribereños, a quién quiere ahora
cantar el pintor con nostalgia y  con la esperanza de lograr que la estética de su obra se imponga al olvido y a la indeferencia.
La Verdad, la Belleza y la Bondad son ideas eternas que, según Platón, recordamos del mundo perfecto de las Ideas Puras. Asmat Chirinos-Zavala no necesita una
anamnesis tan distante…Le basta recordar su niñez para mostrar la añoranza por el silencio aparente de Malabrigo, su puerto; las soledades de sus parajes, el azul
cambiante del Pacífico y el viento, que según ciertos estudios científicos juega un papel importante en la capacidad de síntesis de los creativos, es decir la acción
conjunta entre lógica e intuición. Mientras el común de los mortales teme estar a solas consigo mismo, nuestro artista revela en sus obras un canto a la soledad, al
silencio, a un nocturno marino o al susurro del viento que no cesa: siluetas de ausentes pueblan sus obras, tristeza contenida, íconos que simbolizan el misterio y la o
scuridad de lo desconocido. A veces, hay contraste en sus obras; en otras no teme sacrificar el color, quedando su obra en una gama melódica o en una armonía de
análogos de una engañosa simplicidad para quien no perciba las tenues y sucesivas veladuras.
La obra de Asmat Chirinos-Zavala es el encuentro perfecto entre creatividad y oficio, entre figura y fondo, entre contenido y forma. Es un lenguaje que todo ser sensible
puede comprender, porque es  universal. Si bien, no estamos educados en esta cultura neoliberal y materialista para mirar de frente al dolor y la muerte, la sinceridad de t
odo ser humano está en reconocer lo más profundo de sus sentimientos. El propio autor lo dice así: “Inmensos espacios/ De ahí vine/ Cielo, mar, vida, muerte/ ¡Qué lejos
está todo ahora!/ Viento gitano/ Te quedas allá/ Donde no llego con mi barca náufraga/ Y con mi canto onírico.” Así es su pintura: azul como la evocación  de lo lúdico, de
lo espontáneo, lo salvaje y lo misterioso que son el mar, el viento y los desiertos del valle en el que le tocó vivir. Pero no  es un canto a sí mismo… Es un canto a la Madre
Azul, a la Mamacocha, que es el mar, el agua, la fuente de la vida a la que todos querríamos  regresar.
María del Socorro Morac
«SILENCIO Y SOLEDAD» O «SOLEDADES»
Asmat Chirinos-Zavala no necesita una anamnesis tan distante. Le basta con recordar su infancia para mostrar la añoranza por el silencio aparente de Malabrigo, su p
ueblo, las soledades de sus parajes y el viento que, según los científicos, alguna función debe tener en los mecanismos que permiten la capacidad de síntesis de los
creativos, es decir la función conjunta de lógica e intuición. Mientras el común de los mortales teme estar a solas consigo mismo, el artista revela en sus obras un
canto a la soledad, al silencio a un nocturno marino o al susurro del viento que no cesa, siluetas de ausentes pueblan sus obras, tristeza contenida; y para ello sacrifica
muchas veces el color quedando su pintura en una gama melódica o en una armonía de análogos, de una engañosa simplicidad para quien no percibe las tenues y
sucesivas veladuras. Es el encuentro perfecto entre Creatividad y Oficio, entre Figura y Fondo, entre Contenido y Forma. Un lenguaje que toda alma sensible puede
comprender, pues es Humano y Universal; aún cuando nuestra Cultura Neoliberal y Materialista nos eduque para no mirar de frente al dolor y a la muerte.
Como él mismo dice en su nostalgia: «Inmensos espacios/ De ahí vine/Cielo, mar, vida, muerte/¡Que lejos está todo ahora!/Viento gitano/Te quedas allá/Donde no llego
con mi barca náufraga /Y con mi canto onírico. Así es su pintura…evocación del silencio y la soledad de sus lares, de los recuerdos infantiles; de lo lúdico, espontáneo y
salvaje que son el viento y el mar, tan opuestos a las «Sociedades Avanzadas» que le ha tocado contemplar. También las está mostrando en el mismo lenguaje callado,
reflexivo, pero plasmando su complicación con líneas y efectos, siluetas y fragmentos; con recursos como cuadros dentro del cuadro, con toques de color como símbolo
de la violencia y agitación que tiene la gran urbe.
El sentido de su obra es que alguien (para Peirce un signo es algo que está para alguien, por algo) le encuentre sentido. No es un canto así mismo. Es un canto a un
aspecto olvidado de la Humanidad. El silencio y la soledad también tienen su propia belleza y nos cuesta aceptarla. Son parte de las dualidades de la vida, complemento
necesario para acercarnos a ese Ser Integral que Ciencia y Tecnología no pueden lograr; pues le falta lo espiritual que es inherente al Arte, a la filosofía o a la Religión.
La virtud de Asmat Chirinos-Zavala es realizar su obra sin falsas expectativas, porque intuye también que los creadores caminan solos, y no reniega de esa Preciosa
Soledad tan necesaria para nacer, vivir, producir o morir.
María del Socorro Morac
ASMAT CHIRINOS-ZAVALA Y LA LIBERTAD POSIBLE
Observando la obra de Asmat Chirinos-Zavala, asistimos a un ambiente de silencio y de añoranza. Es un excelente dibujante y su propuesta está dirigida para reflexionar.
Es una ofrenda del pintor para conmovernos. Las veladuras, sus colores, vienen de espacios o lugares distantes a los urbanos, los trabajos creativos tienen un eco de
tiempo pasado y de presente. El aire y su encanto, llega con el viendo del mar y la arena se desliza milenariamente trayendo un mensaje afectuoso. Las imágenes
simbólicas fluyen hacia nosotros con afecto, son impactantes, invitan al análisis y a la meditación. Es una pintura distante a otras. Su obra de hoy es la continuación de
entregas preterida: el misticismo, la humanización está en primera línea. Su obra está construida a partir de sus convicciones frente a la sociedad que lo acoge y lo acosa.
Pinta en dimensiones considerables y en pequeñas medidas. Exhibe una “idea estructurada” y es su propuesta ineludible. Su lenguaje plástico ha madurado en estos
últimos años y es un forjador innato que creció en Malabrigo, continuó en Trujillo y experimentó vivencias y hallazgos en otro continente. Asmat Chirinos-Zavala es muy
sincero en sus planteamientos y por defender conceptos muy personales, tienen acercamientos válidos y distanciamientos pueriles que en nada le afecta. Su obra de arte
tiene íntimo valor y defiende cada entrega. Es un ejecutante de proyectos artísticos y su edad es garantía para encontrar logros que estimulan su constante creatividad.
Su mensaje, como lo ha manifestado está en un camino irreversible: el hombre de nuestro tiempo y que cambia permanentemente. La añoranza de la infancia y de la
adolescencia se ha montado en su juventud inquieta, en su discrepancia con su entorno. Asmat Chirinos-Zavala, indudablemente es fiel a un camino artístico que ha
escogido para cumplir metas y avanzar en base a su capacidad profesional, vocación inherente, solidaridad con los personajes que crea y que toman un significado en su
 percepción íntima. Es saludable la crítica y la autocrítica que pueda hacer un pintor de nuestro tiempo. Y quien lo haga es sincero con sus potencialidades y sus limitaciones.
El arte en sí en una redención del hombre y su circunstancia, una dimensión del espíritu creador y una plasmación estética de una aventura, de una búsqueda que no tiene
cuando acabar. El que se lanza a este oficio sin componendas, es un inconforme batallador y no da tregua a las dificultades o problemas que emergen necesariamente.
Asmat Chirinos-Zavala es conceptual en sus afirmaciones, no busca la notoriedad inmediata, su obra pictórica se presenta con el ánimo crucial de hacerse presente y es
bueno dejar al espectador, al que contempla la libertada posible, para aceptar o rechazar la propuesta, la identidad de Asmat se está procesando, su pintura así lo demuestra
y el tiempo duradero dirá su última palabra. Consciente de la temporalidad pinta y vive, siente la vida hoy y mañana, se problematiza en la sociedad en la que desarrolla su q
uehacer y busca los caminos adecuados para no sentirse atrapado, busca la libertad interior y sufre o es feliz a su manera.
Juan Félix Cortez